UN EMPATE QUE SABE A POCO

El Ibiza no pudo mantener la renta sobre el Sant Andreu y concedió el empate 1-1 en el estadio de Can Misses. En este resultado influyó también la balanza del colegiado inclinado a favorecer el juego de los visitantes. Señales de desaprobación por los continuados errores arbitrales se dejaron escuchar en las gradas del municipal. Un pobre resultado que es un ajuste más a la tuerca del descenso ya que un punto sabe a poco a estas alturas de la competición.

Un tiempo para cada uno fue la renta que ambos equipos administraron. Sin embargo los nuevos refuerzos del Ibiza se mostraron gravitantes dentro del juego colectivo, especialmente Jerry que puso su cuota de recuperación de pelota y presencia en la zona dividida, que es el lugar en el que se disputó la mayor parte del encuentro. El juego del equipo de Vila convence a las gradas y sin duda se muestra más efectivo.

Sobre el minuto 20 se produjo un excelente desborde por la banda derecha por acción de José García y Pablo. Una acción  que pudo conectarse con un tiro centro a media altura, y éste  su vez empalmó con un golpe de testa de Juan Carlos Sanz para batir la portería visitante. Uno de los más bonitos goles que se han visto en Can Misses en la temporada. Y la afición comenzó una vez más a dejar que sea la ilusión la que levante al equipo en una tarde fría.

Pero el Sant Andreu no bajó los brazos, al contrario, los catalanes comenzaron a intimidar al equipo local. Sus llegadas de peligro se producían cada vez que el Ibiza perdía la pelota en el medio sector que es dónde se sorteaba la posesión. Las llegadas de los visitantes tenían la proyección en diagonal, el pelotazo en vez del juego posicional y la sorpresa como argumentos de ataque, y que más de una vez sorprendió a la defensa local liderada por Joan Castillo.

Muy rápido el colegiado fue arremetido por las protestas desde las gradas, y es que una vez más el rosario de tarjetas amarillas se otorgó a jugadores del Ibiza, mientras el equipo visitante se apoderaba de la situación. Interrupciones, juego brusco y la sorpresa en el ataque terminaron desconcertando a los ibicencos, que a más de los once jugadores sobre el terreno, tenían también los errores arbitrales en su contra, el tiempo en su contra, la presión de sumar, y sin contar sus propios errores, que básicamente se evidenciaban en el pelotazo, en la insistencia del juego aéreo, en el sorteo de la pelota con el rival. Pese a esto a comienzos del segundo tiempo sobre el minuto 7 los atacantes locales fueron capaces de crear dos claras ocasiones de gol. Pero en fútbol existe la máxima de que quien no los hace los ve hacer, y efectivamente esto sucedió en el minuto 64, una bonita jugada de los catalanes culminó con la pelota en el fondo de las redes.

Y a partir de allí, poco se puede decir que no sea otro error lapidario del colegiado al no conceder un penalti sobre el final del partido. Un sabor amargo, el empate 1-1 y la sensación que el fútbol isleño no juega en una competición justa, o al menos los que deberían impartir reglamento no lo hacen por igual.

Por Efrain Espinoza

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