“Escribí la obra el año 1992, en unas buhardillas del barrio de Gracia de Barcelona un enero especialmente frío y famélico. Mientras la ciudad estaba aún embriagada por los efluvios triunfales de unas Olimpiadas, yo intentaba aportar mi granito de arena a aquel ‘El Dorado’, trabajando en el espectáculo de inauguración. Puede que todo esto explique dos cosas: la primera, el tema de la obra, ser o tener -‘Desiertos’ era mi catarsis por superar aquella clase de esquizofrenia, el orgullo de artista pobre gritaba: no tengo nada, pero soy libre-. La segunda explica la vena mística que destila ‘Desiertos’; entrar en el misticismo no es nada difícil, sólo hace falta estarse un par de días sin comida. Sea cómo sea, no tengo ninguna duda: escribí ‘Desiertos’ con el corazón, no con la cabeza.” (Josep Pere Peyró)