Existen diferentes tipos de manos y sus formas, en quiromancia, nos ayudan a interpretar la realidad a través de la observación de símbolos. En nuestras manos se almacena no sólo nuestra memoria personal, sino la social, la colectiva y la genética. Para analizar su forma de forma fácil hay que trazar su contorno en un papel y luego analizar el dibujo.
En esta octava entrega centrada en la quiromancia voy a referirme a la forma de los dedos de tu mano, ya que ésta puede determinar tu personalidad. Depende de la cantidad de testosterona en nuestro desarrollo, el crecimiento de estos varía y existe un paralelismo entre esta hormona, la forma de ser y de actuar. La longitud de los dedos puede predecir datos tan curiosos como la riqueza de una persona.
La quiromancia es la adivinación a través de leer la mano. Su origen se remonta a la antigüedad y se presume que se ha practicado en China desde hace 5000 años, y desde allí fue llevada a Grecia donde Aristóteles escribió ya sobre esta práctica en el 340 a.C. y durante varios siglos fue usado por científicos como Paracelso (médico suizo del s.XVI).
Los montes de la mano son las distintas zonas en que se dividen la mano y dependen de lo más o menos marcados o elevados que estén, dejará ver personalidad y la salud de la persona. Se observan mejor si se dobla la mano hacia atrás y se pone a la altura de los ojos, de esta forma, se puede apreciar los montes que están más desarrollados.
La línea del destino la utilizan los videntes para realizar sus profecías. Se encuentra en el centro de la palma, la atraviesa de forma vertical (de abajo a arriba) y nace alrededor del dedo del medio.
Nos informa sobre la suerte e indica nuestro destino, también refleja nuestra fortuna en el bienestar económico, la alegría o la tristeza en el amor.
Desde El rincón esotérico queremos darte a conocer, a través de esta nueva entrega, los secretos de la quiromancia o el proceso adivinatorio que se utiliza mediante la interpretación de las líneas de las manos. En esta ocasión, vamos a centrarnos en la línea de la vida, que nace en el medio entre el índice y el pulgar, tiene formas variadas, y nos indica la intensidad con la que vivimos.