Tirada en la cama, Clarisse mira las polaroids de su familia y se sumerge en los recuerdos. Está sola en una habitación de hotel. Un día decidió marchar de casa, mientras dejaba atrás a su marido y sus dos hijos. La hija continúa practicando escalas en el piano del salón y el esposo y el hijo siguen almorzando juntos. Aparentemente, la vida cotidiana de la familia se desarrolla con la misma normalidad de siempre después de su ausencia, como si no hubiera partido. Mientras, Clarisse deambula sola por recónditos caminos del país.

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