PEPE TAUSTE IN MEMORIAM
Pepe Tauste
…Yo entré en contacto con él ya hace cinco años de manera casual. Coincidimos en un curso de montaje digital y he de reconocer, ignorante de mí, que no lo había oído nombrar nunca. Con todo, él, lejos de molestarse como habrían hecho muchos otros artistas de su prestigio, me ofreció hacerme el cartel del último cortometraje que había rodado y acepté con más curiosidad que esperanza –ya dicen que la ignorancia es atrevida-.
Imaginad mi sorpresa cuando tan solo dos días más tarde pude comprobar cómo mi más pequeño y desafortunado cortometraje amateur iba a tener por cartel la obra de un genial artista. Fue entonces cuando comprendí quien era Pepe Tauste; y a continuación me informé sobre este sorprendente autor que había tenido la suerte de encontrar.
Consistía en un montaje fotográfico a modo de “collage” –un de sus recursos preferidos desde que se quedó boquiabierto con la portada del Sgt. Peppers de los Beatles-. Y como pasa con todo artista transgresor que se precie, con esta primera exposición llegó su primera polémica, debido a que en aquella época no estaba nada bien visto el tema de la falta de ropa en los cuerpos humanos –cosas del gallego fascista de marras-.
Pero por suerte, y como no podía ser de otra manera, Tauste continuó exprimiendo y explorando su particular interpretación del mundo, sin desaprovechar ni uno solo de los recursos que este le daba: desde el cine, reinventando mitos como Audrey Hepburn o Sarita Montiel desde su propia óptica; o los más siniestros como Nosferatu, el dr. Mabuse, o la vampiresa del cine mudo Ted Avara; o desde la música, aprovechando toda le estética hortero-glamorosa de los años 80, como Alaska, por poner un ejemplo.
Y es precisamente en aquellos maravillosos años que tan de moda están ahora donde Tauste, ya instalado en Ibiza, vive su mejor momento creativo.
Después de un período de hacer carteles para discotecas, hace su primera, de la que sería una colección de exposiciones casi anuales en el centre cultural Sa Nostra.
Pero faltaba una herramienta especial de la que Tauste aún no había podido disfrutar y que la permite dar otro giro su ya prolífica obra: el ordenador. A partir de esta herramienta, Tauste ve un nuevo mundo abierto ante él con el que poder tergiversar –le encanta cambiar el significado de las cosas, especialmente las que todos damos por supuestas- artísticamente todos los motivos que quiera.
Era difícil ir a verlo a su casa y no encontrarlo como un niño ante el ordenador convirtiendo una portada mítica del cine en una historia mucho más compleja, o creando carteles alternativos de clásicos, por poner dos ejemplos al azar.
Una de las últimas genialidades de este pequeño gran hombre, y que tuve el orgullo de presenciar en directo y grabarlo para la televisión local –imágenes que aún tengo en mi archivo, y porque no tengo caja fuerte- fue una espectacular instalación llamada “Nosferatu y yo”, montada el verano del 2003 en la iglesia del Hospitalet en Dalt Vila.
La música, el impresionante escenario suspendido en el aire, proyecciones de imágenes retocadas de la película original, la tétrica iluminación, propia del mejor videoclip de The Cure, y la escalofriante sensación que te daba cuando veías emerger al monstruo de entre sus propios asistentes al acto hicieron de “Nosferatu y yo”, probablemente, la mejor obra de Tauste.
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GUÍA PARA PERDERSE EN LA
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