MASCARÓN DE PROA
También el águila pescadora (Pandion haliaetus) nidificaba en este peñasco tan relacionado con las rapaces, pero el furtivismo y los tendidos eléctricos acabaron con la última pareja y, ahora, lo que hay es un nido artificial con el que se intenta que las águilas que aún pasan por ses Salines decidan sacar adelante a su prole en la isla.
Cubierto por un sabinar y cortado al bies sobre el mar, en el Cap des Falcó también puede encontrarse la ginesta (Genista dorycnifolia) y algunas de las orquídeas salvajes que forman parte de la flora del Parque Natural. Y en el punto en el que el terreno comienza a elevarse hacia los acantilados, se levanta un restaurante que algún día fue pequeño y que en los últimos años ha motivado diversas quejas porque ha ido aumentando tanto el número de hamacas y mesas como el volumen de la música con la que se ameniza hasta a las aves zancudas que frecuentan los últimos estanques de la Regió Grossa, limítrofes con las piedras de es Codolar. Encontramos el restaurante cerrado y el atardecer siempre es espectacular desde el final de los estanques, aunque sople un viento del demonio y las olas rompan sobre los còdols con un estruendo ensordecedor.
Desde más lejos, el perfil de es Cap des Falcó cobra un nuevo aspecto y –puestos a echarle imaginación– recuerda a una serpiente con las mandíbulas abiertas y cuyo sinuoso cuerpo finaliza en una punta de cola clavada en el restaurante.