Una tarde de domingo y con lluvia visitamos la exposición de Mario Sttaforini con la idea de conversar con él con más privacidad,  pero… éramos varios los que coincidimos en la galería con la misma intención, así que no nos quedó más remedio que beber café y más café mientras observábamos a un Staforrini rodeado de amigos y compradores de su obra (vendió dos cuadros mientras lo esperábamos).

Puertas rojas, turquesas, puertas cerradas invitando a ser abiertas, palomas infladas de paz, ropa tendida como versos de poemas escritos sin métrica, fuego de San Juan mágico, renovador, Es Vedrà apacible… toda la producción del año reunida en la pequeña sala de Ebusus.

Tener una obra de Mario es como tener un trocito del corazón de Ibiza. Sus influencias vienen de la admiración por Mariano Fortuny, Sorolla, Cèzane… y también de la escritura china que “lo tiene atrapado por la magia que lleva cada dibujo, es una síntesis poética de la vida”.

Mario no para, como el efecto óptico de su camiseta, eternamente creativo dando vueltas y vueltas a las cosas mágicas y sencillas de la vida.

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