Así, apoyado por la Concejalía de Deportes del Ajuntament de Sant Josep de sa Talaia y por la empresa Riumar, emprendió una aventura que inició en la aldea  Xieng-kok en Laos, donde está la primera  carretera que le permitía transportar a Meky, su barca de remos, hasta el río (solo el transporte de la embarcación desde Sant Josep de sa Talaia hasta Xieng-kok ya fue toda una odisea) y continuó por  Birmania, Tailandia, Camboya y Vietnam. Tal y como Ibán explica, “el 80 por ciento de la gente que conocí no habían visto nunca un extranjero”.

El resultado  es un espectacular reportaje titulado “Los días del Mekong” del cual se muestran una treintena de fotografías. Como acostumbra a hacer en todas sus exposiciones, Ibán cederá algunas de las imágenes para que sean sorteadas entre los visitantes que deseen participar y cuyos beneficios, a propuesta de la concejala de cultura Maria Ribas, irán destinados al proyecto Suport a l’educació de nens de l’ètnia Batwa-Rwanda (etnia de pigmeos que se encuentran en una situación de marginación y menosprecio por el resto de la sociedad) de la Fundació Concòrdia.

El viaje está plagado de anécdotas, muchas de ellas extraordinarias y gratas, pero también tuvo momentos muy duros que le hicieron pensar seriamente en abandonar el viaje. “Apenas había navegado 10km  cuando tuve que detenerme en un paso estrecho a causa de la sequía que ha provocado una gran disminución del caudal, para esperar que unas enormes barcazas de carga que estaban remontado el río pasaran. Una de estas barcas, de bandera china, se acercó a Meky y en el lenguaje universal de los signos me explicaron que unos kilómetros más abajo había un control del ejército Birmano. Dada la tensa situación política del país, parece que un extranjero con cámara, solo en una barca no tenía muchas oportunidades de salir airoso de la situación, y eso en un país donde la vida no vale mucho no es muy alentador.” Los chinos cargaron a Meky en su barcaza y Ibán se volvió a encontrar en el punto de partida. De nuevo en Xieng-kok, otra barca aceptó transportarle río abajo hasta pasar el control Birmano, y por fin pudo iniciar su viaje.  En otra ocasión chocó con la barca de un pescador, hay que tener en cuenta que toda la travesía la realizó de espaldas. El pescador, enfurecido, atrapó con un cabo a Meky y arrastró de nuevo a Ibán hacia la peligrosa costa Birmana. Y tampoco se salvó de quedar ingresado una semana en un hospital por una dolorosa infección en los pies que le impedía caminar. A pesar de todo, Ibán guarda un gran recuerdo de su experiencia y está convencido de que sus fotos “son las más bonitas que he realizado hasta ahora, seguro”. 

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