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LA FIEBRE DEL CINABRIO
Las minas de s’Argentera, en San Carlos, fueron declaradas Bien de Interés Cultural con la tipología de zona arqueológica en el año 2003 Los romanos ya conocieron las minas de galena y carbonato de plomo que existían en San Carlos y comerciaron con los ibicencos, pero las minas fueron abandonados y olvidadas y aunque en el siglo XIX ya no eran explotadas, un grupo de ‘empresarios’ lo intentó allá por 1850, sólo para arruinarse en el intento, según cuenta Enrique Fajarnés Cardona en su libro ‘Lo que Ibiza me inspiró’, añadiendo que uno de los fracasados era su bisabuelo paterno.
A comienzos del siglo XX, sin embargo, se hallaron en las antiguas minas rastros de cinabrio, un mineral de azufre y mercurio del color de la cereza confitada, y se produjo tal fiebre del cinabrio que hasta se compusieron canciones populares, en 1906 hubo una comparsa carnavalera de E.L.C.I. N.A.B.R.I.O y la posibilidad de riquezas llamó la atención de un inglés que decía ser ingeniero pero que resultó un estafador que se había inventado hasta la carrera (como han hecho también algunos políticos y no políticos de esta isla). El caso es que la fiebre del cinabrio era la búsqueda de un espejismo y también acabó mal.
Las minas siguieron abandonadas y olvidadas y sólo cobraron cierto protagonismo en las navidades del año 1991, cuando a una vidente le dio por situar en el lugar el paradero de aquellas dos niñas de sa Penya que finalmente fueron halladas en las aguas del puerto. Aquellas navidades, la Guardia Civil rastreó con perros las minas de s’Argentera, pero sólo encontró lo que hoy aún puede hallarse: las chimeneas destartaladas, los pozos vacíos y las antiguas casetas cayéndose a trozos. En el lugar, hay coches abandonados y barcas.
Y para llegar hasta allí y dejarse impresionar por aquellas antiguas minas de plomo nombradas BIC en el año 2003, hay que desviarse hacia es Canar en la rotonda existente antes de entrar en Sant Carles. Tras ello, sólo hay que entrar en el primer camino, detrás del taller San Carlos, y reencontrarse con la Historia.
Las minas siguieron abandonadas y olvidadas y sólo cobraron cierto protagonismo en las navidades del año 1991, cuando a una vidente le dio por situar en el lugar el paradero de aquellas dos niñas de sa Penya que finalmente fueron halladas en las aguas del puerto. Aquellas navidades, la Guardia Civil rastreó con perros las minas de s’Argentera, pero sólo encontró lo que hoy aún puede hallarse: las chimeneas destartaladas, los pozos vacíos y las antiguas casetas cayéndose a trozos. En el lugar, hay coches abandonados y barcas.
Y para llegar hasta allí y dejarse impresionar por aquellas antiguas minas de plomo nombradas BIC en el año 2003, hay que desviarse hacia es Canar en la rotonda existente antes de entrar en Sant Carles. Tras ello, sólo hay que entrar en el primer camino, detrás del taller San Carlos, y reencontrarse con la Historia.
Cristina Amanda Tur (Prensa Pitiusa) Fotos: V. R.
+ INFO: www.ibiza-secrets.com
