COMENTARIO:
En la penúltima de sus propuestas de la temporada de invierno, el ciclo “Anem al cine” nos trae una película estructurada en formato de thriller psicológico y narrada desde el punto de vista de Simon, (un impresionante Mathieu Amalric que ganó varios premios, entre ellos el de Mejor Actor en el Festival de Gijón)  un psicólogo que lidera el departamento de recursos humanos de una multinacional. Su trabajo consiste en afinar los criterios de selección de personal, reducir el personal ineficiente, y llevar hasta sus límites a los trabajadores para reconducir su energía hacia el centro del aparato productivo.
El director Nicolas Klotz nos muestra un aterrador mundo de oficinas impersonales, colores fríos, luz escasa y mortecina y feroces reglas de competencia por la supervivencia. Una pesadilla oscura y alucinógena en que nos vamos adentrando y que se hace tanto más terrible por lo realista de su descripción de las relaciones laborales que rigen cada día más nuestro capitalista mundo de hoy. Y junto a esta despersonalización tan descarnada de las relaciones humanas en la empresa, la no menos terrible aceptación de dichas conductas, que pasan a ser consideradas la forma de relación natural y lógica, cerrando un círculo que pasa a ser casi inquebrantable.

La idea para la película surge mientras Klotz estaba inmerso en el rodaje de “Paria”, en 2000. Una noche, esperando al equipo de rodaje en una estación de servicio, escuchó un programa de radio en el que se presentaba el libro de François Emmanuel, “La cuestión humana” y quedó impresionado por la historia, así que lo compró y le pidió a Perceval, su guionista habitual (han trabajado juntos en cinco películas) que lo leyera y se lo contara. Ambos quedaron inmediatamente entusiasmados con la historia y se lanzaron a prepararla.

El film de Klotz nos remite por temática y tratamiento a otras obras notables que diseccionan la despersonalización capitalista como “Recursos Humanos” (Laurent Cantet), “La corporación” (Costa-Gavras), “El método” (Marcelo Piñeyro) o la excelente “Smoking Room” (Roger Gual y Julio D. Wallovits).
Una historia de terrores modernos, de personas convertidas en robots capaces de sobrevivir en un medio viciado, enrarecido, una historia sobre las trampas sutiles del poder y el sometimiento a un totalitarismo capitalista que va pasando, finalmente, a ser percibido como el orden natural de las cosas. Y un inquietante paralelismo con un pasado sangrantemente reciente, de donde estas prácticas beben directamente: el de los horrores del régimen nazi.
Un film duro, inteligente y crítico que denuncia valientemente las argucias del poder. Una cita casi ineludible, la de esta semana en “Anem al cine”, para los amantes del séptimo arte.