El turismo ha cambiado en los últimos años de una manera veloz y todavía quedan muchos cambios por ver. Las regiones Catalanas constituyen la primera destinación turística del Mediterráneo y Europa, con zonas más maduras y de otros todavía para explorar. Eso comporta muchos retos pero también grandes oportunidades. Es por este motivo las destinaciones han experimentado un cambio de rumbo; cambio que no significa ruptura con el modelo anterior sino adaptación constante. Y un cambio en lo que más que nunca se hace necesario la colaboración y entendimiento de todos los agentes y territorios, en lo cual una de las claves de vuelta es la apuesta firme por la innovación. Innovación que no sólo significa TIC’s; innovación en la cadena de valor; en el acercamiento al cliente actual y potencial; en la distribución y comercialización; en la provisión de servicios; en la capacidad de acogida del cliente. Y innovación en la generación de un auténtico cluster turístico que apueste por la cooperación, el trabajo en red, la competencia inteligente; la generación de sinergias y el aprovechamiento de recursos entre empresas, territorios y agentes. Innovación, en definitiva, que permita el fortalecimiento del músculo existente, basado en gran parte en un tejido de pequeñas y medianas empresas, incluso por muy pequeñas empresas; y en territorios demasiado fraccionados y desestructurados.

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