FIN DE AÑO EN MARRAKECH
Situada al sur de Marruecos y enclavada entre los pasos naturales de cadenas montañosas, pronto se convirtió en un lugar donde comerciar con multitud de productos provenientes tanto del norte del país como del Sahara y del sur. El color que predomina aquí es el ocre anaranjado que llena las fachadas de los edificios y se funde con los brillos del cobre, el latón, el bronce, el estaño, la plata y el oro, junto a las maderas de cedro o ébano, el rojo de la henna o el amarillo y naranja del azafrán.
El interior de la Medina, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es visita obligada, donde, además de la bulliciosa plaza de Jemaa el Fna deben visitarse los grandes monumentos como el palacio de la bahía, Dar el Gloui o la medersa de Ben Yussef. Pero Marrakech es también una ciudad moderna, con barrios como Gueliz o Hivernage que recuerdan a cualquier ciudad occidental. En happy-travelling no podemos dejar de recomendar la visita a la Mezquita de Kutubiya y su alminar, ya que se trata del edificio más representativo de la ciudad. Terminado en 1.158 con unas dimensiones de 60 metros de alto por 90 de ancho, cobija 17 naves de una conservación magnífica. Al igual que la Giralda, cuenta con seis pisos, coronada por una balaustrada almenada rematada por tres bolas de oro.
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