EN LA MOLA D´ALBARCA
L´imaginari popular conta que podrien haver estat construïdes per la mateixa gent que amagà tresors en les coves situades a un quilòmetre al nord de les torres.
La Mola d’Albarca no sólo despierta interés por las Torres d’en Lluc, el recinto amurallado al que las excavaciones arqueológicas no han podido encontrar una explicación.
Pero dos ilusos buscadores sólo encontraron huesos y el celo de la Santa Inquisición.
La semana pasada hablábamos de la falta de restos arqueológicos en las Torres d’en Lluc, lo que ha permitido que no se revelen las causas ni su fecha de construcción.
Así, se puede dar rienda suelta a las más fantasiosas especulaciones.
Las negociaciones expeditivas de la época hicieron que estos irreductibles, al igual que muchos de los últimos súbditos de Al–Ándalus, acabaran arrojados por los acantilados del lugar. Los gritos de lamento y horror que lanzaban ante su muerte explicarían el topónimo de la zona: es Ais.
En el otro extremo de la Mola, en la parte norte, en el cap d’Albarca o des Mossons, se encuentra otro foco de leyendas. Allí se concentran hasta cuatro cuevas: la cova des Pi, la d’en Jaume Orat, la de ses Estelles i la des Llibrell.
Gibert continuó con la labor de su socio y, junto a un grupo de ilusos que convenció, encontró la cueva d’en Jaume Orat y derribó la losa de piedra que la cerraba. Sólo encontraron caracoles y restos de aves.
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