CRÓNICA MUSICAL DE LA SEMANA

Del 11 al 17 de febrero de 2008

 

Debajo de un guindo dormito; a lo lejos, la catedral de Vila se mantiene erguida y me mira con recelo por mi postura poco ortodoxa ante tan magna obra de arquitectura. Me debato entre el silencio temporal del mediodía, bajo un árbol, y el permanente de las piedras de Vila. Volveré a desperezarme y a ponerme en ruta adelantándome al capricho de mi cuaderno de bitácora: metido a crítico musical y soñador trasnochado.

Es lunes, las luces del Pereyra juegan con las semicorcheas de Omar Martínez, el nuevo pianista incorporado al trío de Jazz y otras músicas. Desde una esquina observo como se me desdibujan los dedos de Allan Christie debido a la velocidad con la que frasea por entre los trastes de su guitarra. La graciosa melena de Vitorio Cavalcante se mantiene impertérrita contrastando con su tocar de batería desbocado pero concreto. El martes y el miércoles me sentaré a la luz de otra vela, pero sin que el escenario teatral del Teatro se despeine ante tanto ‘solo’ virtuoso fluyendo por sus recodos.

 

El miércoles, de todas formas, me pasaré por el Ke Kafé a sentarme un ratito cerca del piano de Victor Gressely, así no me perderé detalle.

 

Llega el jueves y la presión comienza con la caída de la tarde. La noche la inauguro con Pilar, la del Itaka, que mirará curiosa hacia la puerta al escuchar su sonido cortante una vez que se abre. Me reconocerá y con una palabra amable y una sonrisa nos contaremos el devenir de la semana. Ella pedirá al público que allá se encuentre que decida cuál es el repertorio y si éste no reacciona ella recogerá de las conversaciones los remiendos necesarios para componer un patchwork musical hecho de muchos estilos pero que igualmente combinan en su conjunto.

 

De ahí, buscando un poco de calentura iré al Teatro Pereyra, ¡asere! que Heriberto Cruz y su banda de salsa han de dejarme lista para un descanso merecido.

 

Viernes noche, cuaderno en mano y recién peiná me echo a la calle. ¿Dónde ceno? El Restaurante Samsara de nuevo me ofrece una velada diferente. Esta vez un largo “Don’t look back” sobre Bob Dylan. No es música en directo, pero promete ser interesante.

 

Después, el peregrinaje estival nos deja sólo un puñado de alternativas. Escojo las de Vila: salsa con Heriberto en el Pereyra y abanico de músicas y músicos en el Itaka.

 

Llegado el sábado, ¿por qué no cenar con una Jam Session de la mano de Miko en el Samsara? El domingo me prometieron amenizar la cena con otra película de mi admiradísima Isabel Coxet: “The Life of the Others” (que para eso rueda en inglés). El problema es que el domingo ya lo tengo cargadito, pues haré un intensivo sanantoniense. Jack Jazz actúa en Putumayo Café, en Cala Gracioneta. Un trío internacional formado por el luso Jack a la percusión, el fantástico germano-ibicenco Gerard a la guitarra y el luso-asiático Dominique al saxo.

 

Putumayo Café “The extended version of your livingroom”: vamos, como en casa, según la filosofía de Rick, su dueño.

 

Después del café ya tengo a Rafa Peletey en el Guaraná con su guitarra y su voz de noche aterciopelada en la intimidad. Cualquier tema ajeno lo hace suyo, cualquier tema propio lo comparte como si fuera recién nacido.

 

Y como un bebé inocente que aún no tiene remordimiento alguno porque el camino que le queda es largo e impreciso, me meto en la cama y escucho las olas de fondo como la nana más perfecta jamás compuesta.

 

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Gracias por tu colaboración.

 

Por Nela Escribano.

 

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CRÓNICA MUSICAL DE LA SEMANA

Del 28 de enero al 3 de febrero

De nuevo mi diario se abre en el momento menos oportuno: en la sobremesa de una cena tranquila. Él sabe que no podré soportar que me muestre una página en blanco, así que me compongo un poco y me echo a la calle; a esa hora adormecida en la que escogí salir a escuchar música en vivo en vez de abandonarme abrazada a Morfeo.

Lunes, martes y miércoles, mis pies ya van solitos camino del Pereyra, a escuchar un poquito de jazz, soul, pop, funk… Lo que tengo por seguro es que Allan Chistie -guitarra y voz- Rafa Garcés -piano y saxo- Vitorio Cavalcante -percusión- Goran Slavich -contrabajo- , me recibirán con una sonrisa y me deleitarán con algún solo.

El jueves, con este frío que baja a visitarme cuando el sol se escapa, he de ir a entrar en calor. Bailando seguro que exorcizo al invierno y la salsa no parece un mal remedio. Así que de nuevo el Pereyra me dejará un cantito donde disfrutar de la música de Heriberto Cruz y su banda: salsa por los cuatro costados que me preparan para el fin de semana.

Ahora ya estoy lista para el viernes por la noche. Una cenita tranquila en el Samsara para alinear mi energía y aguantar hasta el domingo sin perderme un concierto. Cenaré a ritmo de música meditativa de la India con Leev Tahor. Después volveré a Vila con la eterna disyuntiva de los sábados: Pereyra y salsa primero o Pilar (voz y guitarra) y Luís (piano) en Itaka con sus boleros, canciones protesta, fados, bossa, jazz o flamenco o lo que se tercie en función de los amigos músicos que se acerquen.

Sábado, ¡por fin! He de alimentarme bien antes de que la noche empiece. Volveré a tomar la carretera de San Carlos y en el Samsara dejaré que Miko and his band, una vez más, me amenice la cena. Más tarde y con firme decisión soltaré el ancla en Vila. Sin alejarme mucho del puerto, bajaré el exceso de comida con un poquito de música latina en el Pereyra junto con Heriberto y con un traguito en el Itaka con Pilar y Luís: una rutina de fin de semana sana y necesaria.

Llega el domingo y casi por inercia me escucho diciendo que no saldré para mirar la hora nerviosa al atardecer con el fin de no llegar tarde al Izay, hoy habrá doblete: Paco Fernández primero -cómo perdérselo- y The Lost Mountain Orchestra después. De ahí y con prisas a Santa Eulalia directa al Guaraná. La verdad es que nunca me deja un domingo sin música en directo así que no habrá más remedio que corresponder a tan amable propuesta e ir a escuchar la potente voz de Nati al frente de su NatBand. Esta versátil mujer (que puede pasar por un repertorio desde soul, rock, funky, bolero, copla o fado sin despeinarse), un torbellino musical y humano, me deja lista para enfrentarme a una nueva semana en la que mi primer objetivo será escuchar los cantos de sirena de los músicos de Ibiza para deleitarme y manteneros informados.

 

Por Nela Escribano

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CRÓNICA MUSICAL DE LA SEMANA

DEL 21 AL 27 DE ENERO /2008

Me echo a la calle a la hora en que los valientes se recogen, esos que abren por las mañanas los negocios y oficinas; esos que a veces consiguen escaparse entre semana para tomarse su traguito con el camarero -psicólogo impenitente-, con los amigos, con los amantes… Es entonces cuando mi diario de bitácora me urge a abrir sus páginas para entregar mi crónica, con nocturnidad y alevosía, al Internet que nunca duerme.

Lunes, martes y miércoles intento irme pronto a la cama hasta que el cuarteto acústico que actúa en el Pereyra (Allan Chistie –guitarra y voz-; Rafa Garcés -piano y saxo-; Vitorio Cavalcante -percusión-; Gran Slavich -contrabajo-) me dejan escapar envuelta en ritmos de jazz, de soul, de pop…

Llegado el viernes tengo dudas: “podría cenar en Samsara”, así Miko and his Band pondrían la banda sonora a las delicatessens culinarias del restaurante. Del Samsara -en la carretera de San Carlos- he de apurarme para llegar a Ibiza a escuchar a Luís García al piano del Itaka Bar. A veces recibe a los clientes con un poquito de jazz, de bossa, de composiciones propias y ajenas. Después, Pilar se anima, o la obligan los clientes, cantándonos desde boleros, fados y jotas aragonesas hasta su especialidad que es la canción de autor. Pilar fluctúa entre todas estas músicas casi siempre en clave personalizada según las conversaciones que haya oído entre la clientela. De ahí corro al Pereyra para bailar un ratito un poquito de salsa con Heriberto Cruz y su banda.

De nuevo despertaré cuando el sábado haya decidido recogerse, pero otra vez me pondré en ruta por la misma carretera, la de San Carlos, a una Jam Session (es decir: “yo improviso y te lo enseño”) en el Oxy. No tiene pérdida porque está cerquita del Samsara, el cual ya me alimentó los sentidos la noche anterior. Otra vez es Miko el conductor de este viaje musical.

Mi diario impaciente me hace volver con rapidez a Vila y no puedo evitar la tentación de pasar por el Itaka: “solo para saludar y me voy” – me digo. Pero es probable que un sábado haya amigos músicos que se pongan a cantar, tocar y animar el ambiente que tienen creado Luís y Pilar. Entonces, rendida a la evidencia de que hoy tampoco me recojo pronto, vuelvo al Pereyra, quizá bailando mucha salsa el cuerpo se me canse. Los primeros pases son tranquilos, pero finalmente se complica el asunto y a la hora del cierre la clientela siempre se queda con ganas de más.

El domingo me digo y confirmo que es el último que salgo, que comenzaré la semana a una hora oportuna, pero Claudio Coria (guitarra y voz), Muriel Grossman (saxo) y Carlos Lorda (percusión y voz) tocan en el Racó Verd de San José y ¡yo eso no me lo pierdo! Y para colmo, en el Guaraná de Santa Eulalia esta semana canta Ricardito Cuba Band y la voz de ese cubano es puro terciopelo sobre la piel.

Estoy perdida, ya sé que mi lunes será taciturno y adormecido…

Por Nela Escribano

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