Hay que evitar peinarse, porque los judíos tiraron de los pelos a Jesús para mortificarlo; por este motivo el peinarse le podría recordar aquel sacrificio ingrato y mortificador, y por otro lado hace caer todos los pelos.

Tampoco canta ningún pájaro, en señal de duelo por la muerte del Justo. Sólo puede hacerlo la cardenera ya que Jesús la bendijo. Los pájaros que no tienen nido observan el ayuno. Según la tradición, antes las golondrinas eran blancas como un trago de leche y después de la crucifixión se pusieron de luto y se cubrieron con un manto negro que no han abandonado nunca más. Tampoco canta ninguna rana, en recuerdo de la maldición que les dirigió la Madre de Dios porque cantaban mientras Jesús estaba en la cruz. Antes, la rana tenía una cola muy larga y muy gentil que le daba una apariencia muy galante. Por efecto del castigo la perdió y ha quedado extraña y desfigurada como es hoy.

Mientras Jesús está en el monumento toda la vida se para. No crece ningún animal ni ninguna planta. La vida no vuelve a continuar hasta el toque de aleluya. No se puede enterrar a ningún difunto, porque tampoco está Jesús y nadie he de ser más que él. El Jueves santo no puede nacer ningún bebé, porque murió Nuestro Señor. No se sabe de nadie que haya nacido en el día de hoy. Si alguien nacía se condenaría irremisiblemente por más virtuoso y devoto que fuese.