EUPHORBIA MARGALIDIANA
Esta planta arbustiva es una de esas que producen una especie de leche pegajosa e irritante que puede resultar tóxica y que sale al cortar una hoja o tallo. De ahí el nombre de lletrera, se entiende, que comparte con otra serie de plantas similares que pueden encontrarse en Ibiza y que conforman el género Euphorbia. Pero la de los islotes de ses Margalides –aisladas en menos de dos hectáreas de rocas– son únicas porque evolucionaron en los peñascos en medio del mar, y por ello su clasificación científica porta el nombre específico de Margalidiana.
Las lletreres de ses Margalides pueden observarse perfectamente desde tierra firme, en lo más alto de los peñascos. Pueden alcanzar un metro de altura y se distinguen por sus dos tonos de verde, ya que sus flores –no destacan mucho pero a corta distancia resultan sutilmente hermosas– son de un verde claro, casi anís, y despuntan en los meses de primavera.
En el año 2005 se creó una población artificial de esta planta en la Illa Murada, un islote cercano y de similares características que ses Margalides, un hábitat parecido en el que sobrevivieron cuatro ejemplares que consiguieron dar frutos. A finales de 2007 se llevó a cabo una segunda plantación, con 60 individuos procedentes de un vivero y la siembra complementaria de 250 semillas. Ahora, durante 2009, está prevista la redacción de un plan de conservación con el que continuar todas las actuaciones “para asegurar la supervivencia de esta planta ibicenca tan singular”, en las palabras que se emplean en el díptico de especies vegetales amenazadas que protagoniza la Euphorbia margalidiana, y con el que se pretende dar a conocer esta planta única que domina y da color a los islotes de ses Margalides, enfrentándose a las tempestades y al incremento de la población de gaviotas Larus michahellis.
En los ocho folletos editados por la conselleria de Medio Ambiente también se encuentra una de las orquídeas salvajes más grandes de las islas y el socarrell bord de Menorca, y en su reverso se recuerda que “proteger y conservar nuestra naturaleza supone un esfuerzo de todos”.
El mayor problema es su reducida área de distribución, lo que la hace muy vulnerable a desastres naturales; un cap de fibló, una fuerte tempestad, una plaga o una gran sequía podrían acabar con la población. Por ello se ha establecido otra plantación en la Illa Murada. Se cultiva también en algunos jardines botánicos y se conservan semillas en diversos bancos de germoplasma.
Prensa Pitiusa
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